Fue Borges quién dijo (o repitió) que el periodismo son esos museos de minucias efímeras y, como de costumbre, tenía razón. Las asociaciones conservacionistas, entre ellas Atan, convocaron a una concentración el día 16 de febrero frente al hotel Mencey con motivo de la reunión de congreso de FVW Travel Talk. Un evento considerado como el foro más relevante de la industria turística alemana. A la protesta asistieron más de trecientas personas, con el objetivo de hacer llegar a los congresistas el malestar ciudadano por las consecuencias que está teniendo en las islas el turismo masivo promovido por las instituciones. Al día siguiente, el periodista de Prensa Ibérica, Alfonso González Jerez, escribió, entre bostezos, un artículo que tituló ¿Qué paraíso?

El artículo es una muestra perfecta de la demagogia de estos “escribidores” al servicio del poder y, en su caso, de Coalición Canaria. Entre bostezo y bostezo (se ve que se aburre mucho con su profesión de periodista al servicio de los que mandan) dice que habría que preguntar a los convocantes cuándo fue Canarias un paraíso y en qué momento dejó de serlo.

Alfonso González Jerez, como buen demagogo, confunde deliberadamente el paraíso bíblico, el de Adán y Eva, con la larguísima tradición histórica que, desde la época clásica, ven al archipiélago como “Makárōn Nêsoi”. Esta denominación proviene del griego antiguo y se traduce como “Islas de los Bienaventurados” o “Islas Afortunadas a las que los antiguos griegos consideraban un paraíso terrenal donde las almas virtuosas descansaban en paz y felicidad. Durante toda la Antigüedad clásica, las Islas Canarias también fueron conocidas como las “Islas Afortunadas” (Fortunatae Insulae), un paraíso terrenal en su mitología. En la crónica normanda de Le Canarien a comienzos del siglo XV, podemos leer la impresión que causaron las islas a los primeros conquistadores. Sirva de ejemplo lo que dicen de Tenerife: “Hacia el centro hay una gran montaña, la más alta de todas las islas Canarias, cuya pendiente se extiende en todas direcciones por la mayor parte de la isla, y todo alrededor hay profundos barrancos llenos de espesas arboledas y de hermosos manantiales, de dragos, y de muchos otros de distinto tipos y especies. La tierra es muy buena para huertos y para cualquier cultivo.” Evidentemente todas las crónicas históricas se refieren a la naturaleza paradisiaca de las islas, no a la situación de los aquí vivían. Para los conquistadores el archipiélago era un paraíso, para los conquistados supuso un infierno.

Este periodista, con la elegancia que le caracteriza, llama ignorantes a los convocantes de la concentración cuando dice que no sabe si éstos conocen la situación de las islas cuando comenzó la actividad turística a finales del siglo XIX. Pues sí, muchos la conocemos e incluso, algunos hemos escrito sobre ello. Por eso sabemos, al contrario de lo que afirma el erudito periodista, que nuestros ecosistemas -terrestres y marítimos- en 1940 estaban muy deteriorados, tanto que hubo que emprender una repoblación masiva por la intensa deforestación que habían sufrido a consecuencia de las miserables condiciones de vida de la mayor parte de sus habitantes, aunque para una minoría seguía siendo un paraíso. Sería recomendable que entre bostezo y bostezo ojeara la obra de Ceballos y Ortuño. Para conocer la sociedad tinerfeña en la época a que usted se refiere sería conveniente que se leyera la tesis doctoral de Rodríguez Acevedo, J. M. (2008). Caciquismo y cuestión agraria en Tenerife (1890-1936).

Confunde intencionadamente el objetivo de las manifestaciones y de la convocatoria. Protestamos porque en los últimos años la cifra de visitantes supera la capacidad de carga de las islas, lo que da lugar a un creciente deterioro de nuestro patrimonio natural y de las condiciones de vida de sus habitantes. El lema “Canarias tiene un límite” hace referencia a la imposibilidad física de seguir aumentando indefinidamente el número de turistas, y no tiene nada que ver con añoranzas de unas islas sin visitantes; por el contrario, es estar a favor de un turismo compatible con la conservación de la naturaleza y con una mayor justicia social.

Es cierto que el cambio de una sociedad agraria por otra que basa su economía en los servicios transformó las sociedades isleñas, pero también produjo un creciente aumento del deterioro de nuestra oferta que está basada en la riqueza del patrimonio natural de las islas. En los años sesenta la bahía de Los Cristianos estaba considerada un paraíso natural, aunque sus pocos habitantes vivían sometidos a una estructura caciquil que les obligaba a vivir en cuevas y sometidos al poder de los terratenientes. Hoy es un ejemplo de cómo una minoría de políticos y empresarios la han convertido en un infierno. Nuestros espacios naturales están saturados por el elevado número de visitantes.

El litoral gravemente afectado por los vertidos de aguas residuales y los contribuyentes pagando las multas que nos ha impuesto la Unión Europea. La movilidad en las islas convertida en un caos. Para colmo el régimen autonómico, gestionado por los partidos que defiende el periodista, ha gastado ingentes cantidades de dinero en obras innecesarias y absurdas, como el puerto de Granadilla, que solo han servido para llenar los bolsillos de unos pocos. Para ellos Canarias sí que es un paraíso.

Cambiar de modelo no es palabrería “cuasimesiánica”, es una necesidad perentoria si se quiere evitar el colapso. Por supuesto que hay que cambiar (ninguna ley es eterna) las normativas legales comunitarias españolas y las de Canarias, para eso están los partidos elegidos democráticamente, pues ellos los que deben proponer a los parlamentos las leyes necesarias para frente a estos problemas.

Termina su artículo diciendo que lo único que ha cambiado después de las grandes manifestaciones en las que participaron decenas de miles de personas, es que a la convocatoria de la concentración solo había 300 manifestantes. Pura demagogia. No es lo mismo una manifestación que una convocatoria apresurada. Por cierto, ¿cuántas personas acudirían a concentrarse para defender sus ideas y sus intereses?

Eustaquio Villalba Moreno

Portavoz de ATAN

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