Un personaje que ha jugado un papel fundamental en la sociedad canaria, y concretamente en Tenerife, es Antonio Plasencia. Fue presidente de la patronal de los constructores de la isla y ha participado en la mayor parte de las grandes obras públicas, urbanizaciones y edificios que se han hecho en Tenerife. Y, por su forma de obtener grandes beneficios con su actividad empresarial, fue condenado por corrupción por el caso de Las Teresitas y, también, por uno de los mayores atentado contra nuestro patrimonio natural en el Valle de Güímar. Como está cumpliendo penas de cárcel, sus ideas sobre el el modelo de desarrollo económico para Canarias, las defiende su sucesor en la presidencia de de los constructores tinerfeños. Pero no está solo, al actual presidente de la patronal de la construcción de Tenerife se ha sumado uno de sus arquitectos de cabecera. El primero sigue su modelo que consiste en descalificar, con su manida frase de “los de no a todo a todo”, a los que nos oponemos a este sistema depredador. Lo hace sin aportar argumentos y por supuesto, obviando lo que dice la ciencia y demuestran los hechos. Valga como ejemplo, aunque no sea el único, el caso del inútil puerto de Granadilla.

El segundo es una articulista habitual del Diario de Avisos que, con una prosa más elaborada, recurre a falsos y acientíficos argumentos para descalificar a todos los que criticamos el modelo económico implantado por políticos y empresarios corruptos. El pasado 24 de diciembre este arquitecto publicaba un artículo en el que ponía en solfa la recién aprobada ley del Cambio Climático y Transición Energética. Al contrario de lo que demuestran la inmensa mayoría científicos que han estudiado el cambio climático, él afirma que este hecho es un proceso natural, uno más de los que han ocurrido a lo largo de la historia geológica del planeta. En apoyo de su tesis cita el libro del catedrático de zoología de la Universidad de Navarra Luis Herrera titulado Ecología, Cambio Climático y Sexta Extinción, pero no debe haberlo leído bien o no lo entendió. Basta consultar en internet, por ejemplo la sinopsis que hace Amazon o mejor todavía oír la conferencia que impartió en la RSEAPT y que esta disponible en su página web (https://www.youtube.com/watch?v=2hI6dnxeMAk) para comprobar que este arquitecto tergiversa las conclusiones del libro: “La obra describe como causas de la extinción de especies, y la consiguiente pérdida de biodiversidad de los ecosistemas, el cambio climático, la contaminación del aire, el agua, el suelo y los océanos; los desastres y catástrofes naturales; la fragmentación de los ecosistemas; el uso de pesticidas y fertilizantes, la caza ilegal; la sobrepesca y la invasión de especies exóticas, con efectos sanitarios en la transmisión de patógenos y zoonosis. Se recogen más de 25 enfermedades zoonóticas transmitidas por patógenos a los seres humanos y los animales (incluyendo COVID-19).

La segunda parte del libro señala algunas propuestas para mitigar la extinción de especies, procurando unos ecosistemas resilientes que puedan absorber las perturbaciones y recuperar las condiciones prístinas; entre estas propuestas: la declaración de áreas y espacios protegidos; la restauración de corredores ecológicos para evitar el aislamiento de poblaciones; la creación de bancos de conservación de la naturaleza y de semillas; los jardines botánicos y los modernos parques zoológicos de investigación en los que se llevan a cabo programas reproductivos de conservación ex situ de especies en peligro de extinción que puedan ser reintroducidas en el medio natural; y los programas de protección de especies amenazadas, vulnerables o en peligro, como el Programa Life de la Unión Europea”. Según este señor, Rusia, China y la India se mantienen al margen del pacto climático porque las emisiones de gases volcánicos emitidos por erupciones como la del Tonga en el año 2022 rebajaron la temperatura del planeta en 0,5º. Califica los estudios científicos de ideología al afirmar que la India “no renuncia a su desarrollo económico y mejora de la salud de su gente por la ideología climática” Precisamente, en un país en que la contaminación de la atmósfera por la falta de controles ambientales es responsable de ciento de miles de muertes anuales. Y por si fuera poco relaciona la nueva ley autonómica y la Agenda 2030 con el catastrofirmo de los nuevos malthusianos.

Hace pocas fechas en un artículo publicado en la revista del Ilustre Colegio de Geólogos su autor, al igual que nuestro arquitecto, negaba la responsabilidad humana en al actual cambio climático. Fue respondido de manera contunde por más de cien científicos especialistas en este tema en distintas materias, En sus respuesta decían en su punto 4: “El registro paleoclimático del Cuaternario nos demuestra que la subida atmosférica de gases de efecto invernadero del último siglo no puede atribuirse a causas naturales, que su magnitud es más que suficiente para desestabilizar el clima del planeta y, lo más preocupante, su velocidad no tiene análogo en el registro geológico.” Como dicen en su manifiesto estos científicos, no se puede cuestionar la ciencia a partir de creencias sin fundamento científico.

Esta actitud a favor del crecimiento económico exponencial, que consume nuestro patrimonio natural de manera irreversible, y conlleva, como ya es noticia diaria, el colapso de la isla, viene acompañada de un desconocimiento científico muy llamativo. En otro artículo publicado a principios de diciembre, y en el mismo periódico, el arquitecto del empresario corrupto y responsable del mayor atentado ambiental que se ha producido en la isla, afirma que la planta conocida como viborina triste no es una planta amenazada y que es fácilmente reproducible por esquejes. Le hubiese bastado con consultar con cualquier botánico para saber que esta planta no se reproduce por esquejes y que está en el catálogo de especies protegidas de Canarias en la categoría de protección especial. Lo llamativo es que los estudios que presenta la promotora y el ayuntamiento para justificar urbanizar el Puertito de Adeje ni tan siquiera la citan. Tampoco hace mención en su artículo a los informes científicos que avalan la importancia de esta población de viborina y de todos los ecosistemas que se verían afectados de manera irreversible por unas obras que solo benefician a unos pocos. Por el contrario, perjudican a la mayoría de la población al alterar gravemente nuestro principal recurso turístico: el patrimonio natural de Tenerife. Como quedó demostrado con los hoyos de Güímar y con el caso de Las Teresitas, a este tipo de personajes solo les importa llenarse el bolsillo, pero las consecuencias las pagamos todos.

Eustaquio Villalba Moreno – Portavoz de Atan

Foto: Yehras

 

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