Me duele Arico hoy que arde, pero me lleva doliendo desde hace bastantes años.
A Arico lo hemos entullado con la mierda de toda la isla, sin orden ni un mínimo de respeto por sus tierras, sin siquiera pensar en reutilizar, simplemente mandamos camiones hasta arriba de basura y los volcamos allí.
Me duele la costa de Arico desde que hace unos años un puñado de políticos y empresarios egoístas decidieron llenarse los bolsillos a costa del último trocito de mar sin cementar que nos queda en el sur. Vienen con el pretexto de unos hoteles ecológicos porque saben que lo que van a destrozar, si les dejamos, es una joya natural.
Me duele Arico desde que hemos decidido plantarle más molinos de viento de los que un millón de Don Quijotes podría luchar, pisoteando al sector primario y despreciando sus terrenos con un puñado de monedas mal pagadas.
Me duele Arico desde que Puertos de Tenerife le mete losa de piche para conectar el puerto inútil de Granadilla a la autopista, destrozando el barranco El Río. Debe ser que tiene mucho ajetreo ese puerto lleno chatarras flotando.
Me duele Arico porque es una simple repetición, unos años más tarde, de lo que hemos hecho con Adeje, con Arona, con El Rosario y con toda Tenerife. Me duele porque a pesar de todo este maltrato, no somos suficientes luchando por sacudirnos a esta gentuza que ordeña la isla hasta que no dé más de sí, hasta que caiga raquítica al suelo. Me duele tanto como me dolerá Fonsalía.
Y me dejaría de doler si algún día estas mismas personas que destrozan Arico y mi isla pensaran que en lugar de un hotel que cave la costa hasta sus entrañas de desmontes, necesitamos espacios verdes, espacios donde cuidar y apreciar seres vivos únicos como la piña de mar o el chorlitejo patinegro. Pero eso no vendrá solo. Si a ti te duele tanto como a mi, revuélcate, lucha y exige ¡Que la costa de Arico no sea la próxima en caer!
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