Participación de nuestro compañero y portavoz Eustaquio Villalba en los “Encuentros con el futuro: Cambio climático y medio ambiente

Buenos días. La asociación Tinerfeña de amigos de la Naturaleza -en la que ejerzo la labor de portavoz- cumple en mayo 50 años luchando por el medio ambiente y por un modelo económico que haga compatible el mantenimiento de los ciclos naturales de la bioesfera con la calidad de vida de sus habitantes. Este medio siglo de vida nos permite tener una visión fundamentada de cómo hemos afrontado en la sociedad canaria este reto.

A comienzo de los setenta, justo cuando se fundó Atan, se publicó el informe sobre los límites del crecimiento por parte del Club de Roma; veinte años más tarde su presidente escribía el prólogo de un nuevo informe titulado Más allá de los límites del crecimiento en el que decía: “El Club de Roma escandalizó al mundo hace veinte años con un primer informe sobre los límites del crecimiento elaborado en el MIT bajo la dirección del profesor Dennis Meadows, por encargo del Club de Roma. Se trataba de verificar si el desarrollo económico ilimitado podía tener futuro o si bien existían límites al crecimiento: Las conclusiones fueron demoledoras, pero tan pronto se superaron los efectos coyunturales de la crisis del petróleo de 1973, los países más industrializados volvieron a comportarse como ciudades alegres y confiadas que, si bien proclamaron el fin del desarrollismo, continuaron con la economía del derroche y de la cultura consumista, teniendo como principal objetivo el máximo crecimiento del PIB, como si no existieran límites al crecimiento económico ni al proceso de acumulación de riquezas por unos pocos países industrializados, mientras se agiganta la brecha entre países pobres y ricos.”

En 1977, Atan hizo público su Manifiesto Canario de Primavera que comenzaba así: “El fracaso de una política ambiental entendida ésta como una correcta administración de los recursos naturales se debe al derroche que de éstos establece una producción consumista, a las limitaciones que las actuales economía tienen frente a la exposición demográfica y a que las decisiones de dicha política se toman sin considerar los derechos ciudadanos.”

Estas citas dejan claro que el diagnóstico del problema era conocido: un modelo económico basado en el crecimiento exponencial de los distintos sectores productivos es totalmente incompatible con mantener los ciclos naturales y los recursos del planeta. Pero, la actuación de los poderes públicos se ha guiado, y desgraciadamente lo sigue haciendo, por un único fin: obtener el máximo beneficio en el menor tiempo posible, siempre para unos pocos a costa del interés general. Eso sí, para compensar invierten mucho dinero del erario público en estudios, comisiones, organismos administrativos etcétera, con los que aparentar ante los ciudadanos lo preocupado que están por esta situación que nos ha llevado al actual colapso. El ejemplo lo encontramos en los programas electorales de los partidos, todos incluyen un amplio apartado dedicado al medio ambiente, al cambio climático al agotamiento de los recursos, pero los hechos demuestran que solo es un recurso propagandístico, sus actuaciones van claramente en sentido contrario. Canarias es un ejemplo perfecto de este doble lenguaje. Basta confrontar esta publicidad con la realidad de la evolución de las islas en los últimos cincuenta años.

Atan nació como protesta por la abusiva tala de los bosques de laurisilva que aún quedaban en la Isla. Había que suministrar al sector primario, el que en aquellos momentos era el que aportaba una mayor contribución al PIB y al empleo. La situación cambió en esa década, el sector servicio, especialmente el turismo, y con él la construcción, se convirtió en el motor de la economía. El modelo elegido fue el implantado por el ministro franquista Manuel Fraga: lo importante es aumentar sin límite alguno el número de visitantes y la cifra de beneficios para constructores y políticos. Los resultados han sido la alteración irreversible de gran parte del litoral de la isla por urbanizaciones turísticas y residenciales en las que no se tuvo en cuenta los condicionantes ambientales.

Para que este sistema (basado en la complicidad de los responsables públicos con empresarios sin escrúpulos) funcionara necesita un lubricante, que no es otro que la corrupción; y, para taparla, recurren a la cortina de la publicidad y el clientelismo. Son muchos los casos que lo ilustran, basta citar lo ocurrido con la playa de Las Teresitas (afortunadamente las denuncias de las organizaciones conservacionista como Atan y de los ciudadanos, han dado lugar a la condena de algunos de sus responsables) o los hoteles ilegales de Lanzarote, la ampliación del Money Beach Club en Las Américas, por lo que encuentran investigados el alcalde, Rodríguez Fraga, toda su Junta de Gobierno y otros cargos políticos.

No es cosa del pasado, las actuales administraciones continúan en la misma línea que sus predecesores autorizando, a pesar de la evidente saturación, nuevos hoteles en la Tejita, Acantilado de los Gigantes o en el Porís. El impacto en el territorio no está circunscrito al terreno ocupado por las urbanizaciones, la necesidad de abastecer de áridos a la insaciable maquinaria de la construcción nos ha dejado en el paisaje los “cráteres” de Güímar y la huella de decenas de canteras ilegales. Si a esto le sumamos las urbanizaciones residenciales como de la de Radazul y las construcciones ilegales que han sustentado el clientelismo político practicado por los responsables de los municipios el panorama es desalentador y la consecuencia directa, como está ocurriendo en la costa levantina, es quedar expuesta a los efectos del cambio climático.

El impacto de esta política económica esquilmadora sobre la biodiversidad de las islas es demoledor, no solo por la pérdida de hábitats, también lo ha sido porque ha favorecido la introducción de especies exóticas que alteran de manera irrecuperable a nuestras especies endémicas y además han ocasionado un grave impacto económico y sanitario. El problema es conocido por las instituciones desde hace muchos años, por ejemplo su gestión los herbívoros introducidos hace medio siglo por las administraciones públicas. En 1986 aprobaron, la normativa para erradicar los muflones, pero los hechos demuestran que era pura propaganda ya que estos herbívoros, junto otra especie introducida, los conejos, siguen causando destrozos en la flora del P. N. Estos días es noticia los daños que causan a las retamas de Teide que se encuentran en franco proceso de regresión. Ahora, científicos y técnicos denuncian el destrozo ambiental que está ocasionando las cabras y ovejas asilvestradas. ¿Cuál ha sido la reacción de los partidos políticos con responsabilidades en los distintos organismos públicos? Ceder al chantaje emocional de los grupos animalistas y no resolver el problema. Es todo lo contrario a la actuación de las autoridades de las islas Galápagos que no dudaron en erradicarlos para evitar que acabaran con las especies endémicas. Otro ejemplo de la pésima gestión es lo que ha ocurrido con la especie invasora conocida como rabo de gato, el cabildo se ha gastado mucho dinero para su eliminación. Pero, al mismo tiempo, otras consejerías de la misma institución colaboran activamente en su propagación, como es el caso de la encargada de limpiar las cunetas de las carreteras.

El sistema de transporte implantado en el archipiélago es una de nuestras principales contribuciones al efecto invernadero y es, además, lo que nos ha llevado al actual colapso que tiene la movilidad en la isla. Se ha priorizado el transporte privado y el público juega un papel marginal. Las consecuencias son los continuos atascos. Y ante eso, solo se les ha ocurrido hacer las más carreteras, con el consiguiente deterioro paisajístico que modifica sustancialmente el paisaje, deteriora el territorio y estimula en el crecimiento continuo del número de vehículos que, por supuesto, vuelven a colapsar las nuevas vías. Esta prioridad al transporte privado les resulta compatible con una enorme inversión en la construcción de trenes en las dos islas centrales. Su construcción tendría un enorme impacto ambiental, su construcción no supondría poner fin a nuevas carreteras, es muchísimo más cara que otras posibles y las islas son demasiado pequeñas para los trenes.

Si la situación del transporte terrestre es lamentable, el marítimo es más de lo mismo. Con la aprobación de los principales partidos políticos se construyó en Tenerife el puerto de Granadilla, Atan denunció en su momento que este puerto era innecesario, que no se tuvo en cuenta los posibles efectos del cambio climático en esta infraestructura portuaria, que ya es inviable por las características climáticas de la zona con frecuencias de vientos que superan la mayor parte del año la fuerza 5 y 6 de la escala de Beaufort (Velocidades entre 17 y 27 nudos), lo que impide la operatividad de los grandes barcos, según la normativa portuaria, que pretendía acoger y, por si fuera poco, ha supuesto la alteración irreversible de gran parte del litoral que quedaba en el sur de la Isla. Los contribuyentes nos hemos gastado centenares de millones de euros en un puerto que no tiene ni podrá tener tráfico portuario, pero los constructores han hecho pingües beneficios y, como siempre, hay también en este casos indicios de corrupción. No es único caso, Tazacorte, Garachico o Arinaga engrosan la lista de las costosa infraestructuras portuarias que demuestran que el interés general no ha sido la guía de estos proyectos. La guinda a este pastel de disparates la pone el proyecto de puerto de Fonsalía. La excusa se basa en la mentira de que el de Los Cristianos está saturado, cuando la realidad es que lo único que está saturado son sus accesos por la imprevisión dolosa de los gobernantes. Y, por si fuera poco, el actual presidente del Cabildo ha llegado a afirmar que este puerto será beneficioso para el medio ambiente. ¿Es cinismo o ignorancia?

En el apartado de energía y agua el contraste entre los discursos y los programas electoral de los partidos y los que han hecho cuando han llegado a gestionar las instituciones. Es verdad que estos días se ha producido una noticia alentadora: El Gobierno de Canarias ha descarta la implantación de regasificadora en el puerto de Granadilla, pero también es verdad que otra institución pública, con mando en plaza, la Autoridad Portuaria afirmaba que estaba desarrollando el proyecto de una regasificadora flotante en las inmediaciones del puerto y, por si fuera poco, el presidente del Cabildo contradice al Gobierno de Canarias y apuesta por el gas. Desconocemos la cantidad de dinero público destinado a financiar tantos proyectos contradictorios pero supone invertir el impuesto de los ciudadanos en trabajos inútiles. O esos gestores no se hablan, o no les importa despilfarrar el dinero público, o el gobierno miente. No se la respuesta correcta y espero que estas Jornadas sirvan para aclararlo.

En los archivos de Atan se pueden ver fotos de la manifestación que convocamos para que no se instalara, en aquel entonces futuro puerto, una planta de carbón -prevista en el primer Plan Energético de Canarias (PECAN)- para abastecer la central de producción eléctrica. Los argumentos a su favor eran por ser un combustible más barato, porque creaba muchos puesto de trabajo y para abastecer a las futuras grandes industria pesadas, grandes consumidores de energía, que se iban a instalar en el puerto. Basta leer los distintos planes energéticos de Canarias (PECAN) para comprobar que la energía en las isla sigue siendo una apuesta por las energías renovables en los discursos y documentos pero en los hechos, en realidad son las fósiles las que mantienen el predominio.

Energía y agua son dos elemento en Canarias está muy unidos. El mundo del agua, pozos desaladoras, las distribución, depuración… lo convierten en el principal consumidor de energía eléctrica, el “cliente” para la compañía que tiene el monopolio fáctico de la producción de la energía eléctrica, cuanto más consuma mayores serán sus beneficios. El caso de las desaladoras es, permítanme la expresión, desoladora. Consumen enormes cantidad de energía, a la que hay que sumar las necesarias para el funcionamiento de las bombas que pone a la altura suficiente el caudal de agua para que esta se distribuya por gravedad y nos dejan como residuo la contaminación del litoral por las salmueras.

Es la única solución que se les ha ocurrido a nuestras autoridades es gastarse el dinero público en una tecnología cara e ineficiente. Salvando el caso de las dos orientales, en el resto es posible recurrir a las posibilidades que todavía ofrece la explotación de aguas subterráneas, especialmente en las cuatro islas occidentales. En Tenerife aún quedan amplias zonas en las que es posible drenar el acuífero de las aguas infiltradas. No se ha investigado la idea de escritor Vázquez Figueroa de almacenar agua del mar a setecientos metros de altitud y convertir en un almacenamiento de energía renovable que permitiría producir electricidad turbinanando el caudal y la producción, al mismo tiempo, de agua dulce a una altura que permitiría su distribución por gravedad.

El cambio climático ha servido de excusa al cabildo de Gran Canaria para construir una central de de almacenamiento de energía convirtiendo los embalses de Chira y Soria en parte de una central hidroeléctrica reversible. Es una obra con un coste desproporcionado que supera, con mucho, sus posibles beneficios: destruye paisajes bien conservados y contribuye con más desaladoras al cambio climático que dicen combatir.

El tratamiento de los vertidos ha sido nefasto en la historia de Canarias y, en concreto, en la que nos encontramos. Cuando las Directivas de la UE a comienzo de los noventa, obligaron a los estados miembros a depurar sus aguas residuales y para que la Directiva se pudiera cumplir se financió la construcción de depuradoras. Aquí hicieron más de sesenta, cuando las terminaron se dieron cuenta que habían construido depuradoras en municipios que no tenían red de alcantarillado. En la actualidad estamos condenados los contribuyente pagar las multas que nos han puesto por no cumplir los requisitos establecidos en la UE. Antes de la pandemia, nuestros responsable públicos ya pusieron en peligro la actividad turística al detectar bacteria fecales en las agua de las playas de Las Américas y el mal funcionamiento de la depuradora y, desgraciadamente, seguimos contaminando el litoral con los vertidos de agua mal y sin depurar.

En el apartado de los residuos sólidos, algunas cosas han cambiado desde la época de conversión de la Montaña del aire en vertedero. Se ha conseguido que la población sea consciente de la importancia de un consumos responsable, pero el consumos de plásticos de todo tipo sigue siendo dominante en la población canaria. La selección del tipo de basura todavía es deficiente, hace falta mejorar la clasificación aún más para que tenga cabida los residuos exclusivamente orgánicos. Si fuera así, aportaríamos a la agricultura un abono de excelente calidad.

Quedan muchos temas a tratar, y más cuando hay cincuenta años de historia detrás, pero no tengo tiempo para más. Solo para desear que estas Jornadas sirvan para contribuir a conseguir que los responsables públicos sean coherentes con lo que predican y opten por cambiar este modelo económico que nos está llevando al colapso.

Muchas gracias
Eustaquio Villalba Portavoz de atan

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