El “jefe” del cabildo ha dicho que no puede haber dudas sobre la necesidad de construir el puerto de Fonsalía y “quedaba muy claro que por parte del grupo socialista en el Gobierno de Canarias este asunto no se podía someter de nuevo a debate.” Pero, afortunadamente y a pesar del aumento de la representación parlamentaria de la ultraderecha, en una sociedad democrática somos los ciudadanos, y no los “jefes”, quienes decimos lo que debe ser objeto de debate. En primer lugar porque somos los contribuyentes, no ellos, quienes ponemos el dinero, que no es poco y, también, los que sufriremos las consecuencias si, como ha ocurrido con el de Granadilla, el de Tazacorte o el de Garachico, son un absoluto fracaso económico y ambiental.

Los argumentos de los que denominaron como los de no a todo, no se tuvieron en cuenta y los partidos decretaron que no había debate, que proyectos como el puerto de Granadilla no estaban sometidos a discusión. En ATAN no les hicimos caso y denunciamos en los tribunales que ese puerto resultaría inoperativo la mayor parte del año debido al régimen de vientos de la zona. Pedimos a los tribunales un peritaje (cuyo costo pagó nuestra asociación) que demostraba técnicamente la inviabilidad del proyecto. Es verdad que también fue rechazado por los jueces y que ATAN fue condenado en costas, pero los hechos se han impuesto. Transcurrido más de un año desde su inauguración (por cierto tuvo lugar un día normal de intenso viento) el puerto sigue vacío y, por si fuera poco, con acusaciones en los tribunales por corrupción. Es necesario que la ciudadanía conozca y participe en un debate como el de Fonsalía, que implica gastos de millones de euros y la alteración irreversible de una parte de nuestro litoral en las que prosperan numerosos mamíferos marinos.

El nuevo presidente del cabildo tinerfeño desautorizaba al consejero del Gobierno de Canarias, José Antonio Valbuena, miembro de su mismo partido, que fue rotundo en sus declaraciones a Diario de Avisos: “Si de mí dependiera, el puerto de Fonsalía no tendría autorización ambiental”. O lo que es lo mismo, el máximo responsable en temas ambientales del Gobierno de Canarias reconoce que el proyecto supone un grave atentado contra el medio ambiente, pero para el “jefe” del cabildo ni siquiera admite que esta opinión deba ser objeto del debate. El puerto saldrá adelante porque lo dicen los que de verdad mandan: Pedro Martín y Casimiro Curbelo.

El puerto de Fonsalía, aunque el PSOE no admita discusión, tiene en contra a toda la comunidad científica que, en sus trabajos de investigación avisan del tremendo impacto que tendría el macropuerto en una zona protegida y que, además, ya cuenta con numerosos puertos deportivos y  pesqueros. Tiene en contra a las asociaciones conservacionistas, a un partido que forma parte del Gobierno de Canarias (Podemos), a un Consejero del gobierno autónomo y, sobre todo, a una parte importante de la ciudadanía, pero lo “jefes” de los cabildos de la Gomera y Tenerife  nos han excluido a todos del debate público.

Las instituciones canarias siguen con la obsesión de construir puertos en las islas, aunque con ello no se resuelvan ni mejoren las comunicaciones. Son obras que modifican de manera irreversible una parte de nuestro litoral y despilfarran el dinero público. Casimiro Curbelo, el nuevo conde de La Gomera, ha decidido que la isla cuente con tres puertos capaces de acoger a los ferrys que realizan el tráfico interinsular en los 30 kilómetros del litoral sur gomero. Parece que tal disparate no pasaría el filtro de un gobierno canario responsable, pero es un parecer que no tiene en cuenta que el señor conde tiene más poder que el gobierno del “Pacto de las flores”. Este capricho ya cuenta con una partida presupuestaria y, como muestra de sumisión, su antiguo partido ha dejado a su candidato en Valle Gran Rey sin sueldo por no plegarse a los dictados del máximo representante del sistema caciquil imperante en la isla.

Hemos cambiado de marca políticas en muchas instituciones públicas, entre ellas el gobierno autónomo y el equipo de gobierno del cabildo tinerfeño, pero el producto que venden es el mismo: más turistas, más coches, más carreteras, más puertos, más auditorios. No tienen en cuenta, o lo que es peor, no les importa, que sea precisamente este modelo económico el que esta ocasionando el colapso de Tenerife y que sus propuestas solo contribuyan en incrementarlo. La pésima planificación de las grandes infraestructuras está ocasionando, no solo un enorme despilfarro del dinero público, también propician la gangrena de la corrupción.

Por el contrario, se recorta en las prestaciones sociales o en infraestructuras básicas. En Arure, municipio de Valle Gran Rey, hace muchos años se construyó la red de alcantarillado pero no se hizo la correspondiente depuradora por lo que estas aguas sin depurar  siguen llegando al barranco y contaminando su cauce. En Tenerife la situación de las aguas negras es todavía, si ello fuera posible, más oscura. Tampoco estamos en una buena situación con respecto al agua de consumo, la única medida que se les conoce es la de instalar desaladoras y depender cada vez más de los combustibles fósiles priorizando el gas natural frente a las energías alternativas. Son estos hechos los que permiten entender que quieran hurtar del debate público las explicaciones sobre las grandes infraestructuras fracasadas (Granadilla, Tazacorte o Garachico), son las mismas razones por las que han decidido que el puerto de Fonsalía y la ampliación del puerto de Santiago, en La Gomera, no están sujetos a la discusión pública.
Así entienden la democracia y la participación ciudadana.

Eustaquio Villalba Moreno
Portavoz de ATAN

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