Pensábamos que íbamos a salir de esta pandemia más concienciados con nuestra forma de actuar en naturaleza, pero cada día vemos más imágenes que no sólo nos quitan esta esperanza, sino que asombran por lo estúpido del comportamiento y sobre todo por la publicidad que le dan en las redes sociales los propios autores como orgullosos de su falta de conciencia.
Hace unas semanas veíamos como aparecía un carrito abandonado en el Parque Nacional del Teide y de repente todo el mundo se asombraba. ¿A quién se le ocurre subirlo?, ¿para qué y cómo pudo llegar ahí sin que lo pillaran?
Este es sólo un ejemplo, aquí va otro: resulta que un tipo se sube a ver la nieve y no se le ocurre otra cosa que meterse con una furgoneta por una pista abandonada cruzando toda la corona forestal hasta quedarse bloqueado en los altos de El Escobonal. Lo peor es que el tipo no es ni lo más mínimamente consciente del daño que está haciendo además de que está circulando por una pista de forma ilegal. Para sacar su furgoneta de ahí tiene que montar una especie de andamiaje que no sirve para nada y terminan rescatándolo con todoterrenos un par de días más tarde. El destrozo en la zona es brutal. El Seprona, avisado, ni se le vio ni se le esperaba.
Hace unas semanas los Boisset Brothers, un par de niños con mucho ego, poca educación y 111.000 suscriptores, venían a “Hacer la ruta más peligrosa de Tenerife” lo que se traduce en pasar por un sendero ilegal en una zona con especies en peligro de extinción como el lagarto gigante de tenerife además de pisotear plantas, salirse del camino y tratar de destrozar a patadas la puerta de cierre del canal.
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Y no, el mundo no lo van a destrozar este tipo de idiotas, sino la gente a los que ellos ponen en el poder. Esta gente víctima de mal sistema educativo en el que el medio ambiente es una asignatura pendiente luego serán los que accedan a puestos donde se toman decisiones.
Así tenemos hoy a José Antonio Valbuena, consejero de medio ambiente del Gobierno de Canarias, o Pedro Manuel Martín Domínguez, presidente del Cabildo de Tenerife; dos de los que podrían ser los líderes de esta “Revolución de los Idiotas”. Valbuena es por ejemplo un tipo que para tomar la decisión de qué hacer con los plásticos de un solo uso se reúne, de entre todos los agentes sociales con los que podría haberse reunido, con la patronal de plástico, algo tan estúpido como cada uno de los que salen hoy en esta entrada. Por su parte, Manuel Martín es un tipo que es capaz de anunciar al mismo tiempo la demolición del sanatorio abandonado del Teide y la construcción de “varios” nuevos centros de visitantes. No sabemos cuántos aún.
La solución no pasa por que individualmente seamos conscientes de cada una de estas cosas, eso no va a pasar, y mucho menos por generación espontánea sin que el sistema educativo tenga presente la educación medioambiental como algo fundamental en el desarrollo de las personas. La solución en una sociedad compleja como la nuestra pasa porque la educación sea también en valores ecologistas y porque hasta entonces haya medios suficientes para que los espacios que están protegidos sobre el papel o detrás de una señal sean vigilados de forma efectiva. Hay mucha falta de medios humanos y de buenas multas y penas que le quiten las ganas a estos desalmados de volver a hacer lo que hacen cada fin de semana. El ecologismo tiene mucho que aprender de la lucha feminista.
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